Crónica de mi viaje a Egipto: No volveré a ser la misma

Crónica de mi viaje a Egipto: No volveré a ser la misma

1 de julio del 2016

Cuando me he sentado frente a este «folio» en blanco sabía que esta crónica era un sinsentido, que por mucho que describiese pirámides, personas, olores, vistas… no lo haría de la manera que dichos elementos se merecen. No les haría justicia de belleza ni sentimiento. Por lo tanto, solo me limitaré a detallar algunos de los lugares visitados y, quizá, a lanzar opiniones subjetivas de una «chica» que siempre versa «viaja sola».

India, Egipto y próximamente Japón… Cuando me preguntan el porqué de mis viajes, suelo contestar «porque lo necesito». Aunque ahora que no nos lee nadie, en ocasiones contesto: «¿Y por qué no?». El salir de la archiconocida zona de confort es la universidad más importante desde tiempos ancestrales, incluso antes de la unificación de Egipto en el año 3100 a. C.

Viajar otorga a las personas conocimiento, vivencias, realidad… Borra de un plumazo percepciones erróneas, leyendas urbanas o cuentos chinos… Cuando es tu piel la que viaja, actúa como un sensor imantado de placer. Un cúmulo de verdades te abofetean la cara, y es tan mágico, que en estas situaciones sí tienes que volver a poner la otra mejilla.

Mi viaje comienza en El Cairo, en la «madre de todas las ciudades». Es impresionante su hospitalidad… Aunque llegué cansada, con poca luz y algo nerviosa, me dio la sensación de los 16 millones de habitantes me abrazaban al unisono.

Visita a las Pirámides, Esfinge, Templo del Valle de Kefren y Museo Egipcio de Arte Faraónico.

Visita a las Pirámides, Esfinge, Templo del Valle de Kefren y Museo Egipcio de Arte Faraónico.

Visito las Pirámides, Esfinge, Templo del Valle de Kefren, Museo Egipcio de Arte Faraónico. ¿Realmente esto está en el Planeta Tierra? Como les ponía desde allí en un post de Facebook:

«Sentada intento controlar mis emociones, pero es imposible»

Continué bajando hacia el sur, con sutileza, con ganas de sentir, con esa sensación de paz que solamente puede dar la belleza de lo inimaginable… Luxor, la soledad del Templo de Karnak entristece, las dimensiones, el silencio… Sobrecoge el pensamiento de la capacidad del ser humano para construir y destruir, un arma de doble filo. Aquí tomo consciencia de hasta dónde podemos llegar. Una anécdota:

«El escarabajo de la suerte, cuenta la leyenda, que si das tres vueltas, atraes la buena suerte y si das cinco un buen marido. Siempre en sentido contrario a las agujas del reloj. No soy supersticiosa, pero creo que hay que «buscar» la suerte, y si estoy aquí en Egipto, ¿cómo no dar vuelta? Y más en sentido contrario, que es como voy siempre. Por si se cumple la leyenda, con tres vueltas me quedo quieta»

Necrópolis de Tebas: Valle de los Reyes, Templo de la faraona Hatshepsut, Ruinas del Templo Amonofis III, los Colosos de Memnon… ¿En este país hay algo feo? La respuesta es sencilla, corta y muy defendible: NO.

Voy cruzando el Nilo. Aquí amanece a las 4:30. La lectura del libro de mi amigo Rayko Lorenzo No seas el mejor… lucha por ser diferente«) forma parte de los amaneceres en mi rutina. Muchas veces he dicho «este libro está escrito para mí»… Dicen que el Nilo es misterioso y sensual. Egipto hace que sientas toda su magia, te atrapa, te arrastra; de manera inevitable sientes su desesperación, su pobreza… La fuerza de sus monumentos no explica la soledad en ellos. También sientes el aroma de sus perfumes, de sus especias, la sensualidad del Nilo… Creo que ese momento de misterio en el Nilo me atrapó esta madrugada.

Leyendo "No seas el mejor... lucha por ser diferente" en el crucero por el Nilo, rumbo al sur de Egipto.

Leyendo «No seas el mejor… lucha por ser diferente» en el crucero por el Nilo, rumbo al sur de Egipto.

Me adentré en la ciudad de Edfu, antigua segunda capital de Egipto en un tiempo de riqueza y alegría; hoy pobreza, mucha pobreza. He visto miradas sin esperanza de futuro, el mercado sin actividad, mujeres de aldeas caminando hasta aquí para comprar, con andar cabizbajo, tapadas completamente de negro. No me permiten hacer fotos, cada vez encuentro más cerrada la mentalidad de la población, como en una realidad paralela. El Templo de Edfu, el mejor conservado, me ha impactado. Intento transmitir «la montaña rusa» en la que viajo, agotan tantas emociones.

Día en Aswan. Multitud de visitas para el turismo, las recorro rápidamente, quizás con un poco de ansiedad. Cuando termine comenzaré a visitar de verdad esta ciudad. Mi guía tiembla, sabe que no me conformo con quedarme en el coche, quiero entrar en los lugares, conocer a sus gentes, preguntar a las mismas cómo fue su infancia, cómo era su realidad, qué les gustaría tener que no pueden… aunque no me guste lo que reciba como contestaciones…

Entramos en una tienda de perfumes ancestrales y no me dirijo al vendedor, sino a dos mujeres tapadas, escondidas como fantasmas, y exijo que me atiendan ellas. Mi mirada no se doblega ante la cara del vendedor, le desafío y sabe que me iré sin comprar si no acepta.

Mi viaje acabará pronto. No quiero irme sin mirar profundamente a esos ojos oscuros, oír alguna palabra de ellas. Me da miedo pensar que una mujer no pueda hablar. Aceptan, me explican, las oigo. Tienen voz. Pregunto y ellas contestan. Finalmente consigo una fotografía con ellas, en un sitio interior oscuro, no quieren que se las vea mucho más. Suelen llevar hasta guantes negros cuando salen a la calle. Entiendo y respeto el gran esfuerzo que han hecho. Sus palabras, la entonación al hablar (el guía traduce) me han «noqueado» el pensamiento.

Llegada a la Presa Alta de Asuán, considerada la joya de Egipto. Tuve que pedir cinco minutos de meditación para volver a equilibrar mis emociones. Mirando «la joya» de Egipto, en la soledad de sitios que un día estuvieron repletos de turistas, pienso:

“Maica, ¿este viaje te está cambiando? ¿Cómo asimilarás todo esto?«

No puedo seguir escribiendo esta crónica sin mencionar a dos personas, dos egipcios que han conseguido que jamás olvide navegar por el Nilo, mi guía Abdalah Rable y Amro, recepcionista del barco Amarco. Su manera de tratarme y resolver imprevistos me ha demostrado dónde está el futuro de Egipto: en su gente.

Ese es mi «miedo» cuando viajo, no son los accidentes, ni la enfermedad, ni la soledad… son las despedidas, es ahí donde soy cobarde.

¿A qué sabe Egipto?

Con unos días es mis pies y cabeza, me atrevo con un reportaje para El Día de Córdoba. Gracias a Hamdi Kaki, Ex-Consejero de Turismo de Egipto, estoy recorriendo el país, conociendo su cultura, su patrimonio, la moda, y por supuesto la gastronomía de este enclave.

WhatsApp-Image-20160622 (1)El chef del crucero que surca el Nilo me muestra la importancia de las especias, los sabores, los olores… las tipologías de pan, el arroz…

El día de las Elecciones Generales en España, mi viajes me lleva a Alejandría. ¿Casualidad? No, nada pasa por casualidad… Igual más de un político necesitaría leer más de un libro de esta impresionante biblioteca en la que me encuentro. Mirando al Mar Mediterráneo, medito:

¿Cuándo aprenderá el ser humano que solo buscando el bien común encontrará el camino para el nuestro personal?

En la Biblioteca de Alejandría, el peso de la Historia recuerda los errores de la Humanidad… si consiguiéramos transmitirlos… Como siempre, el libro de mi buen amigo Rayko Lorenzo me acompaña… Y espero me perdone, pero lo he dejado allí, entre miles de libros para que alguien lo encuentre y lea su mensaje… y lo pase a alguien más… y luego a otro… hasta que se difunda su mensaje.

Egipto en Ramadán es una experiencia única. Todo se transforma para poder cumplir esta tradición en la que desde las 03:00 h. hasta las 19:00 h se practica un ayuno en el que lo más difícil es no poder beber. Las elevadas temperaturas hacen casi imposible esta costumbre musulmana.

Desde que llegue el día 19, cumplo las horas de ayuno como ellos, por respeto y para «sentir» su cultura lo más cercana posible, pero lo de los líquidos no puedo, a veces con el calor es como si me desmayara. Admiro su fortaleza y disciplina con esta costumbre y, sobre todo, lo que más me gusta son los «desayunos» que compartimos en grandes mesas a las 19:00 h, después de la cuarta oración.

Estamos en el Mercado de Khan el Khalili, con sus laberínticas calles, que a partir de las 19:00 h. se llenan de familias inundando las callejuelas hasta la madrugada. Todo cambia en Egipto en Ramadán: horarios de museos, monumentos, bibliotecas… cierran a las 15:00 para que sus empleados puedan descansar en esas horas más duras previas al «desayuno».

Las últimas horas sin beber y sin comer se hacen eternas, es cuando el sol implacable hace que sea un sacrificio la sed.

En la carretera hay voluntarios con bolsas de zumos y líquidos para repartir a las 19:00 h. a todo el que lo necesite. En las mesas de comida nada es de nadie, todo se comparte… y todos se felicitan por haber cumplido un día más de ayuno.

El viaje continuó. Visité más lugares, rincones, seguí intentando hablar con sus gentes, conociendo sus tradiciones, sus impresiones y pesares… Pero me van a permitir que los últimos días que pasé en Egipto me los guarde para mí. Los secretos existen porque hay historias apasionantes tras los mismos… El silencio en muchas ocasiones habla tan claro como una ley… El cerrar el telón a tiempo me permite darles la posibilidad de que imaginen este país a su forma, con sus pensamientos, percepciones…

Cuando venía de vuelta, el terror aparecía con su traje cobarde de metralla en Estambul, acabando con la vida y los sueños despiertos de decenas de personas con nombre, apellidos, retos y familia. Una vez más, los fanáticos de la violencia, de la pólvora y la bala atentaron contra el derecho a la vida, al respiro, al beso…

Miré mi maleta con lágrimas en los ojos y pensé: «Ya no viajo sola; viajaré con el recuerdo de esas víctimas y familiares siempre». Una persona o causa no muerte porque ya no viva, muere cuando dejemos de recordarla… Yo prometo no hacerlo nunca.

Viajo sola, que no es lo mismo que estar sola viajando… No dejen que su alma se marche sin antes permitirle que respire Egipto…

 Un abrazo,

Maica Rivera.


Artículo publicado en EURO MUNDO GLOBAL

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Lúxor. Necrópolis de Tebas: Valle de los Reyes. Templo de la faraona Hatshpsut. Ruinas del Templo Amonofis III y los Colosos de Memnon. Templo Karnak y Luxor.

3 thoughts on “Crónica de mi viaje a Egipto: No volveré a ser la misma

  • 4 julio, 2016 at 13:18
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    Muy buen artículo… amo el Egipto milenario desde que tengo uso de razón, tuve la oportunidad de ir hace 5 años y aún tengo en la boca su sabor, algunos días lloraba de emoción sin saber porque, era algo que me llenaba el pecho y no podía controlar. Una vez allá te das cuenta del contraste , de aquello que no ves en los reportajes, la vida diaria. Uno de los días del paseo, al paso de un grupo de adolescentes, niñas preciosas que se hablaban y reían entre ellas al verme, al cabo de unos minutos me tocaban el cabello y era como que disfrutaban ver mis rulos todos despeinados y yo de este lado, tratando de convencerlas de que me lo cubrieran con una pashmina que llevaba en mi bolso, hasta que lo logré y allí ya pasé un poco mas desapercibida…. gracias por hacerme recordar… y felicidades por tu maravillosa experiencia!.. Saludos desde Venezuela

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  • 4 diciembre, 2017 at 22:28
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    Uma bela crónica, repleta de emoções e de sentimentos. Obrigado por compartilhá-la.

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    • Maica Rivera
      5 diciembre, 2017 at 09:05
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      Carlos agradece suas palavras. Um grande abraço. Hoje estou navegando mais uma vez através de El Nilo. Espero que gostem da sua história…
      Maica Rivera

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