Egipto: Cuando la moda es seña de identidad

Egipto: Cuando la moda es seña de identidad

12 de julio del 2016

Egipto: Cuando la moda es seña de identidad

Seña de identidad: rasgo que marca la identidad o identificación en un individuo o un grupo. Es la definición exacta y las palabras textuales que germinaron este artículo. Yo entiendo la identidad como individuo, no como grupo. Amo la moda como forma de expresión, libre, creativa y en constante movimiento.

Recién llegada de Egipto conozco en primera persona la cultura milenaria que ha servido de inspiración para la arquitectura y el arte, y que ahora es punto de mira para diseñadores de alta costura y marcas multinacionales como Mango, cuya ultima colección esta basada en el ramadán.

Los diseñadores hablan continuamente de la necesidad de inspiración para las colecciones, de cómo viajar hace que nuestros sentidos vayan captando información para crear y en ello Egipto es destino de sueño por realizar. Olores, colores y texturas únicas en la Tierra. He disfrutado de pirámides, esfinges, templos… Y entre todas esas imágenes, otras muy diferentes: mercados llenos de figuras oscuras envueltas bajo el tradicional niqab, calles, caminos, playas donde ellas permanecen ocultas bajo la frase “el pañuelo es una seña de identidad”. Un durísimo contraste con la actualidad occidental. egipto

Mi viaje comenzó en El Cairo, donde tuve la oportunidad de entrevistar a Barakat, diseñador de aguja a mano tipo islámico. Profesional en este campo con más de 35 años de experiencia y exportador a países como Alemania, me enseñó cómo trabajaba. Debo reconocer que el trabajo artesanal, la calidad de los tejidos, el diseños de los bordados… todo reflejaba milenios de tradición, pero unas de las cosas por las que yo estaba en Egipto en ramadán, viajando sola, era el magnetismo y misterio que he sentido desde pequeña a la moda islámica.

Hacia el sur y sus aguas mágicas

Viajando hacia el sur, acompañada por guías de cada zona, integrando sus costumbres en mi día a día, practicando el ramadán (exceptuando un poco de agua), he ido ajustando mi mente a mitos, realidades, tradiciones, respetando sus creencias… Así y solo así entendí lo que jamás podría haber entendido sin vivirlo. Desde allí recordé los escaparates de Mango: me preocupa que una tendencia que implica coartar la libertad pueda ser inspiración para nuevos diseños.

Sobre El Cairo puedo decir que es caótico en su definición. El tráfico, los laberínticos mercados, más de 20 millones de habitantes… Durante el extremo calor me detuve a analizar el uso del hiyab en las cabezas femeninas. Eran de colores en su mayoría oscuros, predominando los negros y marrones. Las más jóvenes llevan ropa occidental y el hiyab “como seña de identidad”.

Si te adentras en sitios cercanos a las mezquitas, vas observando cada vez más niqab, prenda negra que cubre todo el cuerpo dejando libre solo los ojos. El caos de la ciudad ayudado por mi vestuario diseñado por Matilde Cano para este viaje, hizo que pasara desapercibida entre la multitud.

En Luxor cambié de clima. El calor seco del desierto golpeó haciendo imposible que pudiera respetar la norma del ramadán de no consumir líquidos. El zumo de mango fue compañero de mochila el resto del viaje. La sequedad continua en los ojos y la garganta y el polvo del desierto unido a las dimensiones del Valle de los Reyes… Sentí que estaba en territorio de muertos, no un cementerio, sino un reino en el que la muerte se palpaba en el ambiente.

Observé muy atentamente la vestimenta y actitud de las mujeres de aquella zona. Predominaban los niqab y abundaban los burka: mniqabanos cubiertas con guantes negros, la mirada oculta bajo una rejilla y el andar cabizbajo, inseguro.

Conforme avanzábamos más hacia el sur, la pobreza generada por la falta de turismo se veía en tiendas cerradas, niños mendigando, vendedores que me ofrecían sus productos a precios irrisibles… y cada vez más mujeres escurridizas, bultos que no querían ser percibidos, nada de fotos. Me dijeron que muchas venían caminando de aldeas a los pueblos para realizar las compras en el mercado, que de ahí venía su actitud de miedo y desconfianza.

También reconocieron que la situación de pobreza y falta de trabajo estaba llevando a estas mujeres a volver a adoptar por voluntad propia prendas que ya no eran de uso obligado, como el burka.

Esa es la moda que vi en la realidad de sus calles. No hablo de Templos o monumentos turísticos, hablo del pueblo de Egipto, de su realidad. He quedado hipnotizada por la belleza de aquel país, por la humanidad y esperanza de aquellas personas, pero no puedo negar lo que vi, no hay libertad para que la mujer utilice la moda como expresión, no sé si la tendrán de otra manera, no puedo juzgar en tan poco tiempo a un pueblo que me ha tratado con tanto cariño.

A mi vuelta me ha angustiado ver los escaparates con la “tendencia” de las colecciones basadas en el ramadán. No debemos olvidar la responsabilidad ética de la moda. He practicado y convivido con ellos estos días el ramadán y se lleva al cuerpo al extremo.egipto

Imaginaros esas mujeres con los niqab, burkas… Lo siento, pero esa es la realidad de la moda en las calles de Egipto. Luego está la de las pasarelas con colecciones sensuales de telas maravillosas envolviendo el cuerpo, de pañuelos que ocultan ligeramente el rostro…Otra realidad.

Potenciar eso puede implicar un retroceso a mujeres que llevan milenios de Historia queriendo hacer uso de algo tan simple como es la libertad para elegir su ropa. Volveré a Egipto, aún tengo mucho que aprender allí. Con este reportaje no pretendo ser intolerante con la opción personal de nadie, tan solo digo que moda es libertad, arte, cultura y desarrollo creativo, y las tendencias deben de ir encaminadas con esos valores.

Un abrazo,

Maica Rivera

 

Artículo publicado en Wappíssima

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