¡Encantadores de serpientes! Eso es lo que se siente en la India, que te «hechizan» el alma con su amabilidad, su mirada que, a pesar de la miseria que los rodea, está llena de inocencia. No se les ocurre exigirte nada, no aspiran a estar en tu lugar, tan solo quieren que les dediques un momento, una atención…

Las mujeres encargadas de barrer muchos de los monumentos y templos que visitamos me parece que permanecerán mas en mi memoria que el monumento en sí mismo. Podría llenar de fotos típicas, pero eso lo tenemos en Internet. ¿A quién le interesa? No os quiero enseñar India como un profesional viajero, solo soy una persona que está viviendo momentos únicos en su vida, quisiera que sintierais la alegría de estar aquí, la tristeza de no poder arreglar nada, las subidas y bajadas de ánimo, las emociones ante tanta belleza y a la vez tanta fealdad en la pobreza…

Mil veces doy las gracias de estar realizando este sueño. Hoy he montado por primera vez en elefante. Como compañero, mi buen amigo José Antonio Lizana. En la subida me iba explicando todo el paisaje e historia del lugar. Es cierto que llovía, pero os digo que ni la lluvia sentía. Me parecía tan increíble estar sentada en un elefante en la India, que ni siquiera la multitud de vendedores que nos rodeaban con sus empujones e insistencia me han molestado. Es más, ¿quién soy yo para juzgar su comportamiento si ni siquiera puedo imaginar su necesidad?

Luego bajamos al autobús en jeep con un indio al volante y con la ley de circulación de aquí: ¡el toque del claxon más alto manda! Teníamos programado y pagado un paseo en bicitaxi o «tricitaxi». Con orgullo hacia mis compañeros de viaje digo que hemos renunciado a eso, ya que los pobres hombres que llevan la carga dándole a los pedales hacen un esfuerzo sobrehumano por la necesidad de dinero y no queremos potenciar esa actividad que se aprovecha de situaciones humanas que no deberían de existir…

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La sabiduría de India

Increíble grupo de personas el de este viaje con una calidad humana maravillosa. Nos separa edad, sector laboral, situación personal…, pero nos une la India y que todos nos cuestionamos el porqué es así el mundo.

Todos damos gracias por estar aquí sintiendo este privilegio y aprendiendo todo lo posible para ser mejor persona. Hemos terminado la tarde con algo que en la India se considera un acto integrado en la vida cotidiana: entienden el masaje como prevención y cura de enfermedades. Las técnicas que utilizan son ancestrales, basadas en la ayurveda. No ha hecho falta hablar con la chica india que me ha realizado el masaje: el idioma me impedía indicarle nada, pero la chica ha sido como si conociera mis puntos débiles…  Mis compañeros han salido igual de sorprendidos.

Esta cultura encierra una sabiduría enorme… Nos superan en conocimiento y valor humano… Cada vez más preguntas en mi interior, cada vez tengo que tener más cuidado en equilibrar mis sentimientos, en razonar… A veces me dan ganas de gritar que qué injusta es la vida, pero se que con ese «único» grito no soluciono nada, seguiría sin encontrar la serenidad que ellos poseen…

Mi guía me ha preguntado si yo podría volver a la India un mes completo a conocer de fondo su parte espiritual, sus yoguis…

Mañana viajamos a nuestra siguiente ciudad: Agra. Serán otra vez unas seis horas de autocar…, otra vez veré desde mi ventanilla la pobreza, la resignación y las pocas salidas que tiene esta gente… También veré y disfrutaré de la belleza de sus paisajes y de la bondad de sus miradas… ¿Os imagináis el agotamiento psicológico? Sólo sé que quiero continuar este viaje y que afirmo ya con seguridad que no terminará con mi regreso a España…: aunque no vuelva a la India he iniciado un viaje que durará toda la vida…

Ahora imaginaros todas las imágenes del día: serpientes, mujeres con escobas, elefantes, vendedores, lluvia, calor, humedad, belleza, pobreza, miseria, sabiduría interior, técnicas milenarias de masajes…

Días intensos e inolvidables aquí en India. Estoy deseando conocer mañana la ciudad de Agra. El lunes haremos la visita obligada a un monumento declarado una de las maravillas del mundo… ¿Sabéis cuál, no?

Un abrazo,

Maica Rivera