La Gran Vía de Madrid; todo en «ella» es ecléctico para que no olvidemos

La Gran Vía de Madrid; todo en «ella» es ecléctico para que no olvidemos

27 de noviembre del 2017

La Gran Vía de Madrid: todo en «ella» es ecléctico para que no olvidemos

Todo en «ella» es ecléctico. La Gran Vía concilia ideas y tendencias mostrando el éxito de una ciudad que, imparable, sigue creciendo… También protege secretos de acontecimientos que hace años sucedieron.

La Gran Vía de Madrid es más que una calle y su arquitectura algo más que simple estructura o diseño. Edificios que nacen de un asfalto relativamente nuevo fundiéndose con el cielo… En sus tejados habitan seres legendarios que han eliminado las fronteras de realidad y tiempo.

Los dioses de la mitología dejaron de reinar, pero no desaparecieron, sino que  forjaron nuestra cultura, se enamoraron de nuestros defectos… De aquellas antiguas deidades somos descendientes directos.

La Gran Vía, a pesar de ser centenaria, es «arteria» joven que atraviesa el centro. Con ella, la urbe descongestionó las pequeñas y estrechas calles que atascaban e impedían su desarrollo y movimiento… La calzada nace en La Plaza de España para morir en el Círculo de Bellas Artes, y en el trayecto «late»: sus tres tramos desbordan vida en un zigzag impuesto.

Los dioses no desaparecieron…

Singular y única, el trazado por donde discurre no es recto, pues la «ciudad» se negó a destruir dos iglesias y un oratorio en señal de eterno respeto. La capital integró en los planos del proyecto los tres edificios sagrados, y, por su tolerancia a creencias y credos, se convirtió en morada de aquellos que, inmortales, necesitaban un espacio entre tierra y firmamento. Por ese motivo, decenas de esculturas mitológicas habitan los tejados de su cielo.

Mitos, dioses; realidad, ficción… El skyline de Madrid es fiel reflejo de que tan solo una fina línea separa al género humano de ser tan poderoso como un dios o tan simple como un animal que, aunque racional y llamado «hombre», es bestia que siente miedo. ¿Por qué decidimos olvidar nuestro origen y hacia él sentir recelo?

Gran Vía es su nombre por derecho

Quizás el punto más conocido de la Gran Vía sea la entrada de la estación de metro… Durante cincuenta años –1920 a 1970– un templete albergó ascensores a los que por unos céntimos se tenía acceso. En ellos se bajaba a un trasporte que, junto a la arquitectura de los edificios, suponía el comienzo de un nuevo tiempo: la modernización de una metrópolis ávida de progreso y de desconocidos retos. Los bloques de su frío granito y los leones esculpidos que flanqueaban el cartel de metro fueron testigo de una época en la que se tuvo que guardar silencio.

La apertura de la parada en la Red de San Luis se produjo en 1919, el mismo día de la inauguración del metro. Ni las obras de la avenida habían concluido ni los elevadores estaban en funcionamiento. En un año la denominaron «estación Gran Vía», su nombre por derecho. Pero, durante la Dictadura del país, hasta los nombres tuvieron que aceptar sometimiento, y pasó a llamarse José Antonio, en alusión a Primo de Rivera, un recuerdo al pueblo lo que estaba sucediendo…Cuando se reprime la libertad, la palabra «gran» al opresor da miedo. 

Fueron años en los que la rúa aprendió que sin tolerancia no es posible el respeto y mucho menos el crecimiento…El eclecticismo impregnó cada detalle y, pacientemente, esperó de la «cordura» el regreso…En 1981, a la vía su nombre por primera vez le concedieron…, aunque era suyo desde el principio de los tiempos. En los años sesenta, Gran Vía la llamaban ya los madrileños.

Gran Vía es su nombre por derecho…

Ella y su filosofía ecléctica capturan al pensamiento, enseñan en sus detalles la locura de aquellos que se creen cuerdos y la «equivocación» que a veces no tiene remedio… En ocasiones, su aire se vuelve denso y se adhiere al cuerpo haciendo que cada paso quiebre el equilibrio que a su vez destroza el universo. Y el ruido parece que lucha a muerte con el silencio, o es el estruendo de la eterna batalla de realidad y anhelo.

Una mirada al cielo por encima de lo que hace un siglo se consideraban rascacielos nos recuerda que la verdad está supeditada al conocimiento.

Narra la leyenda que lo imposible acaba sucediendo

Dicen los ancianos que el edículo se impregnó de la inquietud de millones de viajeros y que fue un error eliminarlo del mobiliario urbano, ya que el templete era depositario de muchos secretos. En él se susurraban noticias que, amparadas por la seguridad del subsuelo, se transformaban en eco imparable de lo que estaba aconteciendo.

El pequeño edificio se utilizó como algo más que entrada al metro. Fue punto de encuentro y cómplice de sucesos que historia escribieron. Durante cinco décadas contempló transformaciones políticas, económicas y sociales como insobornable testigo de que ni en los años en que Madrid dejó de ser capital de España –1936-1939– la calle perdió su grandiosidad o misterio…, su nombre verdadero.

Los mas viejitos sueñan con el «regreso» de aquel pórtico de granito pulimentado, pues cuenta la leyenda que si en el interior del templete se pronuncia “gran vía” lo imposible acaba sucediendo. Es conjuro que despierta dioses y dota de existencia lo muerto.

…Y las esculturas de los tejados cobrarán vida a la vez que los corazones de los hombres recordarán que pueden decidir si ser animales sumisos o despertar la divinidad que duerme en ellos.

Los dioses perciben que algún día volveremos a creer en ellos

En las azoteas, mitos y fábulas habitan entre la delgada línea que une realidad y fantasía… Expulsados del Olimpo, las deidades nunca quisieron rozar el suelo. Si lo hicieran jamás podrían volver al cielo.

…Dejamos de creer en ellos al renunciar a conocernos. Culpamos al tiempo, a las circunstancias o a la vida… en vez de reconocer que tenemos miedo a ser conscientes de que el mundo es como es porque decidimos encerrar al dios que llevamos dentro.

Llama al futuro, detiene al viento…

Realidad o cuento, es cierto es que la fuerza del hombre resurge siempre aun después de los peores «incendios». Es Ave Fénix que, salvaje y libre, surca el cielo…Tan solo a una cosa tiene miedo: «a poner los pies en el suelo». Leyenda o verdad, a través del arte se esculpió puerta por si llegara el momento…

…Sentado airosamente sobre las alas mitológicas de aquel que renace de cenizas, el joven, hermoso y bello, levanta un brazo. Con él llama al futuro, detiene al viento, saluda a los hombres y les pide que recuerden cuantas veces han resurgido del fuego…Es ser humano quien cabalga en el Fénix e intenta que no olvidemos quiénes fuimos…y que podemos volver a serlo.

Relata la antigua leyenda que da nombre a esta avenida que las estatuas de los tejados de Madrid tienen alma, y que, dormidas, tan solo esperan ser despertadas…Lo harán algún día bajo el estruendo de La Gran Vía, cuando su nombre sea hechizo pronunciado en la madrugada. Junto a ellas renacerá nuestra confianza, y es posible que al mundo desvelen una verdad que es sabiduría arcaica: el hombre es un fragmento de dios que se deja dominar por una «bestia» que llamamos alma.

Confieso que…

Cada día me resulta más difícil escribir. Nadie me explicó que la dificultad para expresar iría en aumento al adquirir conocimientos. La historia golpea exigiendo que le dé «salida», pues teme acabar muerta en el olvido de los recuerdos. 

A veces pienso que soy yo la que moriré en el intento de dar orden y lógica a datos y cuentos que se atropellan y enredan. Desbocados y enloquecidos, bloquean la salida, atascan las palabras e inmovilizan mi pensamiento. Confieso que pasan horas hasta que consigo escribir las primeras letras. Tras ellas se precipitan, ansiosas y guerreras, las frases en su eterna batalla con los puntos y comas, pues quieren ser protagonistas y vencedoras sin importarles ortografía o reglas…Demandan un ritmo adictivo que las convierta en diosas. 

El caso es que, en esa intensa lucha, acabo agotada, y que, al terminar cada escrito, me pregunto a mí misma por qué lo hago cada madrugada.

Quizás debería haber relatado…

…que La Gran Vía comenzó su construcción en 1910 y sus obras no finalizaron hasta 1930 etc, etc…; seguidamente describir los edificios singulares narrando antiguas leyendas de las esculturas que pueblan sus azoteas… Por supuesto, mencionar el número de coches –más de cincuenta mil– que a diario por ella transitan, evocando, entre líneas, tranvías, carruajes y bicicletas… Reseñar los más de cuarenta hoteles, cines, teatros, museos…

Imposible «resumir» más de cien años…

También podría detallar que la figura que cabalga en el emblemático Fénix de La Gran Vía –Madrid posee cuatro similares– fue diseñada por el escultor francés Saint-Marceau para la ya desaparecida compañía de seguros La Unión y el Fénix. En 1911 se colocó en el edificio Metrópoli, sede de la aseguradora, la primera escultura con la imagen del joven cabalgando sobre las alas del poderoso ser mitológico. Simple mortal que a la compañía «humanizaba». Hoy, en su lugar, se encuentra La Victoria Alada.

Incluso la historia de esa empresa, absorbida por Allianz, está íntimamente ligada a La Gran Vía. En un principio habían adoptado el emblema del pájaro que resurgía del fuego, ya que sus primeras coberturas eran frente a incendios…

…Pero ni una vida sería suficiente para describir cien años de una avenida que en cada uno de sus mil trescientos metros guarda una historia que espera algún día ser contada… ¿Quién soy yo para intentar resumirla en unas palabras?

…Y entonces recuerdo: diosa y bestia salvaje dominada por un alma que, irracional e ingobernable, ha escrito este texto en la madrugada.

Un abrazo.

Maica Rivera

 

Quizás su estación de metro sea la parte más conocida...
El antiguo templete daba acceso a los ascensores...dos leones flanqueaban el cartel de metro...
Quizás debería de olvidarme de dioses y describir la realidad de la vida...
Desde la Gran Vía la perspectiva de la vida en torno al eclecticismo gira...
Atravesar la Gran Vía en soledad es una experiencia única...
¿En qué momento decidimos olvidar...? Tan solo espero poder recordar algún día...

4 thoughts on “La Gran Vía de Madrid; todo en «ella» es ecléctico para que no olvidemos

  • 28 noviembre, 2017 at 18:00
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    Dear Maica,

    Im happy that you are still productive with your talent and your deep soul. It seem that you have the touch of an angel in any of your writing.

    It was wise that the elder of the town not to destroy the historical building of town. Time passed and still the mystery and value cover of the corner of town some where. I dont have ability to translate or interpreting the statue since it is a local inheritage that i dont even know the story.

    But most of all, your soft touch feelings and deep diving of your soul bring another aspect of how men can value it perfectly. You are with your dedication, exhausted and curiousity but still you brought peace and beautiful touch of arts. The highest of self judgment with high ethic who can judge the value of something. Reasons are need to suport it all. And you have it all.

    Keep going for your beatiful deeds dear. I love it so much. Thank you for your self service to this sad world. Let them reveals as it self, since it is for the fact i know have a soul within. Bring any different color so their eye see in the different point of view. There is none God creates things for nothing. There is a reason and always. By His will, or by man’s hand or others magnificent toughts.

    Thank you so much. Respect it with the highest apriciation. It means a lot dear.

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    • Maica Rivera
      28 noviembre, 2017 at 18:13
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      Heru, thank you for your beautiful words. I am sorry that the automatic language translator destroys the poetic prose and I think that you must be a very sensitive person if in spite of it you grasp the essence of the text. Thanks for sharing your words and time. A hug.
      Maica Rivera

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  • 28 noviembre, 2017 at 21:33
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    Que bonito , me gusto mucho ….que magico y con ese encanto tan tuyo..un abrazo fuerte y un beso te quiero. Un monton….

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    • Maica Rivera
      29 noviembre, 2017 at 06:29
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      Antonio, el «encanto» no es otro que el de la Gran Vía y todo de lo que durante más de cien años ha sido testigo…Parece que de manera mágica a cada paso por ella vas descubriendo un «fragmento» de ti mismo. Creo que son los dioses de sus tejados los que provocan ese hechizo. Te envío desde Madrid un fuerte abrazo y dentro de dos días lo haré desde Egipto. No olvides nunca que el cariño es mutuo.
      Maica Rivera

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