Mezquita de Córdoba: historia y leyendas

La arquitectura, testigo insobornable de la historia, es también protectora de culturas y enseñanzas que son raíces que nos conforman…Una construcción cubre y silencia a otra, resguardándola de aquellos que, con su destrucción, creen acallar a las mentes que cuestionan…

                                                                                                                                         Fragmentos de Vida

Según las creencias islámicas, la primera mezquita fue la Kaaba, construida por Adán –y posteriormente reconstruida por Abraham–, el primer hombre creado por Dios según la Biblia y el Corán.  Islam y catolicismo, dos religiones monoteístas que comparten algunos de sus principales dogmas.  Creencias que coexisten en una edificación, que es en sí misma una crónica de más de mil años de historia: la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Su construcción comenzó en el año 785 sobre la planta de la basílica de San Vicente Mártir, templo cristiano del siglo VI. Durante el Emirato y el Califato de Córdoba, diferentes ampliaciones la erigen como la segunda mezquita más grande del mundo, por detrás de la construida en La Meca. Posteriormente solo fue alcanzada por la Mezquita Azul de Estambul –1588–.

Belleza arquitectónica…

En 1238, tras la Reconquista cristiana de la ciudad, se llevó a cabo su consagración como catedral, y en el siglo XVI, cuando el islamismo fue definitivamente expulsado de la Península Ibérica, se levantó una catedral renacentista en las naves centrales, en pleno corazón del edificio.

Una fe que no pudo evitar admirar la belleza arquitectónica de una ideología antagónica, y que, aun sin pretenderlo, a pesar de la profanación al lugar de culto, protegió la Gran Aljama, y con ella la erudición y el saber de una cultura que actuó de puente entre Oriente y Occidente. Una construcción que reviste aquella que se dice vencedora…

Más que piedra

La Gran Mezquita fue proyecto encargado por el emir Abd ar-Rahmán I tras haber escogido la ciudad como capital del califato. Existe constancia de que las obras duraron un solo año debido al apremio personal de Abderramán I por construir un templo digno que estuviera a la altura de la importancia metropolitana de la urbe.

El resultado, once naves longitudinales que conducen al mihrab –indica donde hay que mirar cuando se reza–. Los dobles arcos ofrecen la visión de un inmenso bosque de columnas, cerrado por el muro de la quibla que, a diferencia de la mayoría de mezquitas, no está orientado hacia La Meca, sino hacia el sur. 

En un principio existían cuatro entradas. Una de ellas, la puerta de los Visires –Bab al-Wazara–, data del 786 y se ha conservado casi intacta. Hoy día es llamada puerta de San Esteban. En la línea superior del dintel, una inscripción recuerda que fue restaurada en el año 855 por Muhammad I…

…Y mientras su sublimidad captura a quien la contempla, el texto escrito, el más antiguo del edificio, recuerda la grandeza de aquella época. 

Las ampliaciones son historia en sillares contada

El segundo emir independiente de al-Ándalus, Hisman I, hijo de Abderramán I, terminó el patio o shan. Sus enormes dimensiones están justificadas por ser lugar de reunión para las oraciones, pues a veces la sala de rezo estaba completa. También erigió el primer alminar, al que se había renunciado en la primera construcción llamando al salat desde la torre de un cercano palacio visigodo utilizado como sede del gobierno.

El nivel más alto y artístico del arte islámico…

El crecimiento de la ciudad precisó que Abderramán II decidiera la primera ampliación. Se derribó el primitivo muro de la quibla y se prolongaron las arquerías en ocho tramos más.

El reino del Califato Omeya crecía sin parar…

Cuando Abd ar-Rahmán III se proclamó primer Califa de Córdoba en el año 929, amplió el patio de la aljama, lo que conllevó un mayor espacio de las galerías destinadas a las mujeres.  Fue en uno de sus paseos por el patio de la Gran Mezquita cuando vio por vez primera a la esclava al- Zahrá.

«Al verla atemorizada ante la grandeza de Córdoba…sin percatarse que con su presencia empequeñecía la mayor construcción islámica hasta la época…,decidí edificar, en ese mismo shan, un alminar tan bello que pudiera competir con ella…»

Cuenta la leyenda que, por amor, construyó Madinat al-Zahra y que, por amor, mandó derruir el minarete existente, construyendo uno de tal magnificencia que cuando fue embutido en la torre campanario en 1589, hasta las campanas en su tañer lloraban por encerrar tanta belleza.

La aportación más bella y rica durante la historia de la Gran Mezquita fue de Alhaken II. El nivel artístico más alto del Califato de Córdoba es representado en su ampliación.

Se derriba otra vez el muro de la quibla y se amplía el oratorio en doce crujías más. Destaca en ella el doble muro con el que se levantó la quibla para facilitar la conexión con el sabat y permitir que el Mihrab se abriera como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha.

…un profundo respeto invade…

Por último, el primer ministro y regente del califa Hisman II, Almanzor, realizó la intervención más extensa de todas, ocho nuevas naves que dejan descentrado el Miharb y el extendido muro de la quibla, que ya no es doble, sino simple.

Una mezquita que el alma capturaba

…Edificación que no solo era piedra. Unión de poder terrenal, religión y vida social…,guardiana de historia y leyenda…que hace que, al contemplarla, aun antes de conocerla, invada un profundo respeto hacia una cultura que brilló por su sensibilidad e inteligencia.

Carlos V fue quien autorizó la construcción en el interior de la catedral, y, más tarde, al visitarla, se lamentó con estas palabras:“¡Habéis destruido lo que era único en el mundo para colocar algo que hay en todas partes!”.

Al recordar la célebre frase, la historia golpea, ya que, quizás, su decisión es la que hoy permite admirar tanta belleza. Intentar percibir sus dimensiones es casi imposible si no se bordea. Es ahí cuando se comprenden las diferentes ampliaciones en sus primeros siglos de existencia.

Leyendas que dotan de vida roca labrada 

En uno de sus muros, en la fachada exterior, incrustado y apenas perceptible, un fósil de superficie lisa y compacta …

…Estrella de los deseos, con tan solo acariciarla, aquello que anhelas será concedido por la grandeza que encierra donde está engarzada…Tocarla es sentir que durante siglos estuvo oculta por la piedra que hoy la enmarca.

Los eruditos dicen que es un erizo del género Clypeaster…Prefiero creer en la magia, que, mezclada con historia, es poderosa y sabia…Aunque fuera un erizo de nombre impronunciable, hace 40 millones de años que la tierra habitaba…,que no me digan que eso no es hechizo que atrae sueños y dota de fuerza para que realidad se hagan. Sin dudarlo, me acerco a rozarla…

Estrella de los deseos…

En el mismo muro, cuentan que existía una entrada que a un pasadizo subterráneo daba. Llevaba a los jardines del Alcázar…Según narran, en su interior también existía un camino directo a Madinat Azahra. Por él, a caballo, el apuesto Abderraman III a los rezos acudía cada mañana…En su cuerpo todavía el olor a su amada al-Zahrá…Pero todo eso son leyendas de niña escuchadas. La del amor del califa por la esclava que conquistó su alma, no hay mujer en Córdoba que algún día no la soñara.

Torre que llora aun sin lágrimas

Necesito perspectiva antes de entrar al interior de la Mezquita-Catedral –así es hoy llamada–, pues tantos datos o, quizás, tantas exclamaciones oídas acerca de una belleza que en un día es imposible apreciarla, me empiezan a pesar en el alma…Cuántas fotos habrán sido hoy tomadas bajo la puerta de San Esteban sin imaginar ni un momento la inscripción que contiene y su importancia. Turistas que, con un apretado programa, no perciben el alma de esta mezquita por muchos anhelada.

Me dirijo a la torre. Suenan las campanas. Eso significa que no hay nadie arriba, pues por seguridad, nunca tocan mientras es enseñada…

Subo con el último tañer de una campana…,la misma que llora por la belleza que guarda. Las otras hace siglos se quedaron sin lágrimas…

Vestigios de épocas pasadas…

En la ascensión contemplo los vestigios del antiguo alminarar. Curiosamente la gente no le presta importancia…Mientras el guía en la primera “terraza” a los turistas detalla un poco de historia de la torre y sus campanas, yo pienso en Abderraman III y su primera visión de al-Zahrá. Ficción, fantasía …,o quizás realidad oculta…,como el alminar velado por una bella torre y sus campanas.

Los escalones dejan claro donde la erosión del tiempo actuó y no fue reformada…Más bellos parecen cuanto más deformes amenazan.

Una vez arriba, Córdoba se dibuja. La luz y el reflejo del agua del Guadalquivir capturan a la razón, que, abandonando a la lógica, se atreve a pensar que las leyendas son realidad sensata…

Ese pensamiento es el que me acompaña al interior de la Mezquita-catedral…Perderse en el bosque de columnas mientras el sonido de una misa invade sin atacar nada…

                                                                                  Mezquita-Catedral  II parte

….Dos únicas columnas de alabastro. A través de ellas, la luz se abre paso sin dudar…

Un abrazo.

Maica Rivera